Como almacenar el ajo correctamente es una pregunta que nos hacen nuestros clientes de forma muy habitual. Existen falsas creencias y costumbres que nos llevan a almacenarlo de forma incorrecta, como por ejemplo la costumbre de conservarlo en la nevera, cuando realmente las bajas temperaturas propias de la refrigeración estimulan el crecimiento del tallo, algo que no es deseable si lo que queremos es disfrutar de todo el sabor y cualidades de nuestros ajos.
Cada diente de ajo es una semilla cuya misión es convertirse en una futura planta de ajo. La temperatura de nuestra nevera le indica al ajo que ha llegado el momento de germinar y convertirse en una planta, de ahí el tallo verde que vemos en nuestros ajos. Esta germinación también se produce fuera de la nevera, solo que en la nevera la propiciamos aún más.
Otro factor a tener en cuenta para alargar la vida útil de nuestros ajos es no comprarlo en cantidades muy grandes. Lo ideal es ir reponiendo conforme lo vamos consumiendo, así nos aseguramos de tener un ajo lo más fresco posible. También es importante comprar un ajo nacional, evitando adquirir ajo que ha viajado miles de kilómetros hasta llegar a nuestras cocinas.
Almacénalo en condiciones frescas y secas
Para alargar la durabilidad de nuestros ajos lo máximo posible debemos mantener la cabeza entera y solo separar los dientes a medidas que los necesitamos.
También hay que tener en cuenta la transpiración. Nunca los dejes dentro de una bolsa de plástico, procura que los ajos no estén excesivamente apilados y que haya espacio entre ellos para que puedan respirar.
Hay que tener en cuenta que, una vez pelado el diente de ajo, sí sería recomendable conservarlo en la nevera, ya que el producto carece de la protección de su propia piel. Una vez ya pelado, la durabilidad del producto se reduce a unos pocos días, unos 20 dependiendo de la época de año, temperatura de nuestra nevera, etc.
Evitar la humedad y la luz directa
En ningún caso debes lavar las cabezas de ajo antes de almacenarlas. La humedad es otro enemigo en la conservación del ajo. Además de propiciar su germinación puede favorecer la aparición de los indeseables mohos.
En cuanto a la luz, no olvidemos que el ajo es una semilla cuyo objetivo es germinar y convertirse en una planta, si le damos luz directa estaremos propiciando la aparición del tallo.
Uso de recipientes especiales
Tradicionalmente, sobre todo en pueblos y zonas rurales, los ajos se han conservado en tarros de cerámica con pequeños orificios que permiten su transpiración. Estos tarros son ideales para mantener el producto en buenas condiciones, ya que impiden que pase la luz y al mismo tiempo los orificios permiten que al aire circule. Además, su tamaño es ideal para que los ajos no estén excesivamente apilados y sufran un exceso de peso. Aunque estos tarros han sido típicos de las cocinas más tradicionales, hoy en día hay modelos muy actuales que sumarán un punto decorativo en nuestras cocinas.
Congelación para larga duración
Sí tienes una enorme cantidad de ajo que no esperas gastar en las próximas semanas, o también si deseas tener dientes de ajo pelados siempre a mano, puedes optar por congelarlo.
Para ello separaremos los dientes de la cabeza y los pelaremos. Los introduciremos en una bolsa o recipiente hermético y los congelaremos.
Lo ideal es usarlos sin descongelar, rallándolos con un rallador o introduciéndolos directamente en nuestras cocciones o aderezos. Lo ideal es consumirlos antes de 6 meses.
Conserva de ajo en aceite
Otra popular forma de conservación del ajo consiste en introducirlo en aceite. Esto nos permite alargar la vida útil del producto por unos 40 días aproximadamente. Para ello separaremos y pelaremos unos dientes de ajo, los introduciremos en un tarro limpio y los cubriremos de nuestro aceite favorito. Esto no solo alargará la vida del producto, sino que nos proporcionará un aceite aromatizado con un delicado olor a ajo, ideal para aliñar ensaladas o cocinar nuestros platos. Podemos darle un toque extra de sabor añadiendo por ejemplo unas hojas de romero, laurel, guindilla o granos de pimienta.
Recuerda comprar tus ajos de forma recurrente, no los almacenes durante largos periodos de tiempo. Con ello evitarás la germinación del diente y la pérdida de peso del producto. Guárdalos en un lugar fresco y seco, protegido de la luz. Si dispones de una gran cantidad de ajo siempre puedes optar por congelarlos o conservarlos en aceite, así dispondrás de más margen para consumirlos y disfrutarás de todos sus beneficios y propiedades organolépticas.
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