La agricultura sostenible se ha convertido en una práctica esencial en la búsqueda de un equilibrio entre la producción de alimentos y la conservación del entorno a largo plazo. Este enfoque no solo se centra en minimizar el impacto ambiental, sino también en asegurar la viabilidad económica y en el bienestar social de las comunidades implicadas. El ajo, un producto fundamental en la gastronomía y un cultivo esencial para el desarrollo de zonas rurales, sirve como un excelente ejemplo para ilustrar los beneficios de la agricultura sostenible.
Conservación del entorno
El primer paso para proteger nuestro entorno es usar de forma eficiente los recursos naturales. Los productores sostenibles usamos en la medida de lo posible el agua, la tierra y otros recursos naturales de manera eficiente y responsable, implementando técnicas como son en nuestro caso el riego por aspersión o la rotación de cultivos. El cultivo del ajo en concreto tiene unas necesidades de consumo de agua de riego notablemente menores que otros cultivos, por lo que la huella hídrica se reduce considerablemente en comparación con otros vegetales.
Muchas empresas del sector alimentario hacemos una gran labor de investigación, mejorando continuamente la tecnificación de los procesos para minimizar el desperdicio o para dar a los tradicionales “desechos” de producción una nueva utilidad, reduciendo residuos y promoviendo la economía circular. Además, es importante adoptar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y gestionar adecuadamente los residuos, promoviendo el reciclaje y la reutilización. En nuestro caso hemos dado un paso más implementando modelos de envases compostables y biodegradables y apostando por las fuentes de energía renovables, en concreto instalando placas solares en nuestras instalaciones y comprando energía verde.
Reducción de Productos Químicos
El enfoque sostenible minimiza la dependencia de fertilizantes y pesticidas químicos mediante el uso de alternativas naturales y biológicas. En La Abuela Carmen somos pioneros en agricultura ecológica en Europa. Obtuvimos nuestra certificación como productor ecológico en el año 1999. Desde entonces cada año cultivamos diferentes variedades de ajo orgánico. Además, somos líderes mundiales en la producción de ajo negro ecológico o ajo en pasta ecológico.
Sostenibilidad a largo plazo
Aunque la transición a prácticas sostenibles puede requerir una inversión inicial, a largo plazo, los agricultores pueden beneficiarse de la reducción de costos operativos, como los asociados a los insumos químicos. En el caso del ajo, los agricultores que adoptan prácticas sostenibles pueden obtener productos de mayor calidad que pueden comercializarse en mercados premium, especialmente en mercados que valoran los productos orgánicos y ecológicos.
Un modelo interno de economía circular puede permitir aprovechar al máximo los recursos. En nuestro caso, de la planta del ajo, aprovechamos absolutamente todo. Durante la época de cosecha en el campo, cedemos a la alimentación de ganado los desechos generados en la corta como son el tallo, las hojas y la raíz del ajo. En nuestra industria sacamos el máximo partido a los subproductos del ajo. Para ello desgranamos o separamos los dientes de ajo de los bulbos, usando los aptos en nuestra industria y descartando para la alimentación de ganado los dientes no aptos, así como todos los restos de pieles, raíz…, por lo que se aprovecha el 100% de la planta del ajo.
La sostenibilidad y la viabilidad económica son dos pilares fundamentales para el éxito y la perdurabilidad de cualquier empresa, especialmente en el sector agroalimentario. En el contexto de una empresa dedicada al cultivo y procesamiento del ajo, como es el caso de nuestra firma, estos conceptos adquieren una relevancia particular debido a la naturaleza delicada de la producción agrícola. Las prácticas sostenibles, como el aprovechamiento de los subproductos generados, pueden transformar desafíos en oportunidades, garantizando que la empresa no solo sobreviva, sino que prospere en un mercado global cada vez más competitivo y consciente del medio ambiente.
Mejora la calidad de los alimentos
La agricultura sostenible tiene el potencial de mejorar la calidad de los alimentos a través de diversas prácticas y enfoques que buscan equilibrar la productividad agrícola con la conservación del medio ambiente y el bienestar social. Una de las principales prácticas de la agricultura sostenible es la reducción del uso de pesticidas y fertilizantes químicos. Esto no solo disminuye la contaminación del suelo y del agua, sino que también puede resultar en productos más saludables. Los alimentos cultivados con prácticas sostenibles tienden a contener menos residuos de productos químicos nocivos, lo que puede reducir los riesgos para la salud humana asociados con su consumo.
Por otro lado, la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y el compostaje son técnicas sostenibles que mejoran la fertilidad del suelo. Un suelo rico en nutrientes y bien estructurado puede producir cultivos más saludables y nutritivos. La agricultura sostenible promueve la biodiversidad del suelo, lo cual es crucial para la producción de alimentos de alta calidad.
Fomenta la innovación en la agricultura
Innovación y sostenibilidad son dos conceptos estrechamente relacionados. Juntos pueden transformar significativamente diversos sectores y procesos. La innovación proporciona las herramientas y métodos necesarios para alcanzar los objetivos de sostenibilidad, mientras que la sostenibilidad ofrece un marco y una motivación para dirigir la innovación hacia resultados que beneficien a la sociedad, la economía y el planeta. La integración de estos conceptos es esencial para abordar los desafíos globales actuales y construir un futuro más sostenible. La tecnología es un motor clave de la innovación. Usando tecnológicas como sensores, drones, los agricultores puede gestionar sus cultivos de forma más eficiente, haciendo un uso más responsable del agua, fertilizantes o pesticidas. Innovaciones en transporte y almacenamiento, que reducen el desperdicio de alimentos y la huella de carbono son cruciales para una cadena de suministro más sostenible. Por otro lado, estar abierto a certificaciones o sistemas de calidad certificada, como la agricultura orgánica o GLOBAL GAP, pueden incentivar prácticas sostenibles al ofrecer a los productores un acceso preferente a ciertos mercados y a los consumidores información sobre la sostenibilidad de los productos.
La adopción de la agricultura sostenible en el cultivo del ajo no solo contribuye a la protección del medio ambiente, sino que también proporciona beneficios económicos y sociales a largo plazo. Estas prácticas permiten producir alimentos de alta calidad, conservar los recursos naturales y promover un equilibrio ecológico.